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EL SANTO ROSARIO


El Santo Rosario está compuesto por veinte "misterios" (acontecimientos, momentos significativos) de la vida de Jesús y de la Virgen María, divididos desde la publicación de la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, en cuatro "rosarios".
El primer "rosario" comprende los misterios gozosos (lunes y sábado).
El segundo los misterios luminosos (jueves).
 El tercero los misterios dolorosos (martes y viernes) y el cuarto los gloriosos (miércoles y domingo).



COMO REZARLO
Oración de inicio:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Se enuncia en cada decena el "misterio"; a continuación se rezan: un Padre nuestro, diez Avemarías y un Gloria.
A la final del Rosario se recita la Letanía Lauretana, u otras oraciones marianas.
Letanías lauretanas:
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oración:
Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Una Salve a la Virgen:
Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!




EL ÁNGELUS



El Ángelus es una oración en recuerdo de la Anunciación y  del misterio de la Encarnación. Toma su nombre de sus primeras palabras en la versión latina, Angelus Domini nuntiavit Mariæ. La redacción del Ángelus es atribuida por algunos al Papa Urbano II (1088-1099) y por otros a Juan XXII (1316-1334). Al momento de rezar esta oración se le llama también la hora del Avemaría.
San Lucas refiere que el ángel Gabriel fue enviado por Dios a  Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Luego añadió: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús”.  María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?”. El ángel le aclaró: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios”. Contestó María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”,  Días después, María fue a casa de su prima Isabel, la cual exclamó: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno”(Cfr. Lc 1,26 ss). A modo de conclusión, San Juan añade en el prólogo de su Evangelio: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros” (Jn 1,14)

Oración:

V. El Ángel del Señor anunció a María.
R.
 Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María... Santa María...
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María... Santa María...
V. Y el Verbo se hizo carne.
R.
 Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María... Santa María...
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oremos:
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

REZAR CON EL PAPA FRANCISCO


Oraciones del Papa Francisco a la Virgen María


María, madre de la Iglesia y madre de nuestra fe
¡Madre, ayuda nuestra fe!
Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada.
Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa.
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.
Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino.
Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.

María, la mujer de la escucha, de la decisión, de la acción
María, mujer de la escucha, haz que se abran nuestros oídos; que sepamos escuchar la Palabra de tu Hijo Jesús entre las miles de palabras de este mundo; haz que sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, a cada persona que encontramos, especialmente a quien es pobre, necesitado, tiene dificultades.
María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús sin vacilaciones; danos la valentía de la decisión, de no dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.
María, mujer de la acción, haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan “deprisa” hacia los demás, para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como tú, la luz del Evangelio al mundo. Amén.

María, Madre del silencio, de la belleza, de la ternura
Madre del silencio, que custodia el misterio de Dios,
líbranos de la idolatría del presente, a la que se condena quien olvida.
Purifica los ojos de los Pastores con el colirio de la memoria: volveremos a la lozanía de los orígenes, por una Iglesia orante y penitente.
Madre de la belleza, que florece de la fidelidad al trabajo cotidiano,
despiértanos del torpor de la pereza, de la mezquindad y del derrotismo.
Reviste a los Pastores de esa compasión que unifica e integra: descubriremos la alegría de una Iglesia sierva, humilde y fraterna.
Madre de la ternura, que envuelve de paciencia y de misericordia,
ayúdanos a quemar tristezas, impaciencias y rigidez de quien no conoce pertenencia.
Intercede ante tu Hijo para que sean ágiles nuestras manos, nuestros pies y nuestro corazón: edificaremos la Iglesia con la verdad en la caridad.
Madre, seremos el Pueblo de Dios, peregrino hacia el Reino. Amén.

Oración a la Virgen María
Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro “sí”
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú, llena de la presencia de Cristo,
llevaste la alegría a Juan el Bautista,
haciéndolo exultar en el seno de su madre.
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor.
Tú, que estuviste plantada ante la cruz
con una fe inquebrantable
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.
Tú, Virgen de la escucha y la contemplación,
madre del amor, esposa de las bodas eternas,
intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.
Estrella de la nueva evangelización,
ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,
del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio
llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén. Aleluya.



Oración contra la pandemia
Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios (Oración a la Virgen ante la pandemia)
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.




LOS SANTOS Y LA VIRGEN

ALGUNAS FRASES QUE LOS SANTOS Y SANTAS REGALARON A MARÍA



“Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: ¡invoca a María!” (S. Bernardo de Claraval)
“No temen tanto los soldados un copioso ejército de enemigos como teme el poder del infierno al oír el nombre de María” (S. Buenaventura)
"Quien confía en María no se sentirá nunca defraudado" (S. Juan Bosco)
“María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno. María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo” (S. Agustín)
“Al igual que nos creaste por tu Hijo, así, por el santo amor con que nos amaste, quisiste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima Santa María..." (S. Francisco de Asís)
"A la manera que la gloriosa Virgen de las vírgenes llevó a Cristo materialmente en su seno, así también tú, siguiendo sus huellas, especialmente las de su humildad y pobreza, puedes llevarlo siempre espiritualmente" (Sta. Clara de Asís)
“A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace devoto de la Virgen María(San Luis María Griñón de Monfort)
“Nunca tengas miedo de amar demasiado a la Virgen. Jamás podrás amarla más que Jesús” (S. Maximiliano Kolbe)
“Con la práctica fiel de las virtudes más humildes y sencillas, has hecho Madre mía, visible a todos el camino recto del Cielo” (Sta. Teresa de Lisieux)
“Si yo no tuviera a la Madre de Dios que me defiende a cada paso de los peligros del alma, ya habría caído el poder de Satanás” (S. Juan María Vianney. Cura de Ars)
"Quiso el Señor caber en el vientre de su Sacratísima Madre. Como es Señor, consigo trae la libertad, y como nos ama hácese a nuestra medida" (Sta. Teresa de Jesús)
"¡Oh, María Inmaculada, estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la noche oscura, a Ti acudimos con gran confianza!" (San Juan XXIII)
"A María, nuestra Madre, le demostraremos nuestro amor trabajando por su Hijo Jesús, con Él y para Él" (Sta. Teresa de Calcuta)
"Por mucho que ames a María Santísima. Ella te amará siempre mucho más de lo que la amas tú" (S. Ignacio de Loyola)
"Claro que Dios podría hacer un mundo más bello que éste; pero no sería más bello si en él faltase María" (S. Juan Vianney)
"La bienaventurada Virgen María, por el hecho de ser Madre de Dios, tiene una especie de dignidad infinita a causa del bien infinito que es Dios. Y en esa línea no puede imaginarse una dignidad mayor, como no puede imaginarse cosa mayor que Dios" (Santo Tomás)

MARÍA EN LA POESÍA

Así cantan y cantaron los poetas a la Virgen María




RAFAEL ALBERTI: SONETOS A LA VIRGEN DEL CARMEN

Día de amor y bonanza
Que eres loba de mar y remadora,
Virgen del Carmen, y patrona mía,
escrito está en la frente de la aurora,
cuyo manto es el mar de mi bahía.

Que eres mi timonel, que eres la guía
de mi oculta sirena cantadora,
escrito está en la frente de la proa
de mi navío, al sol del mediodía.

Que tú me salvarás, ¡oh marinera
Virgen del Carmen!, cuando la escollera
parta la frente en dos de mi navío,

loba de espuma azul en los altares,
con agua amarga y dulce de los mares
escrito está en el fiero pecho mío.

Día de tribulación
 ¡Oh Virgen remadora, ya clarea
la alba luz sobre el llanto de los mares!
Contra mis casi hundidos tajamares,
arremete el mastín de la marea.

Mi barca sin timón, caracolea
sobre el tumulto gris de los azares.
Deje tu pie, descalzo, sus altares,
y la mar negra verde pronto sea.

Toquen mis manos el cuadrado anzuelo
–tu escapulario–, Virgen del Carmelo,
y hazme delfín, Señora, tú que puedes…

Sobre mis hombros te llevaré a nado
a las más hondas grutas del pescado,
donde jamás lleguen las redes.


MIGUEL HERNÁNDEZ: SONETO

¡Oh elegida por Dios antes que nada;
Reina del Ala, propia del zafiro,
nieta de Adán, creada en el retiro
de la virginidad siempre increada!
Tienes el ojo tierno de preñada;
y ante el sabroso origen del suspiro
donde la leche mana miera, miro
tu cintura, de no parir, delgada.
Trillo es tu pie de la serpiente lista,
tu parva el mundo, el ángel tu simiente,
Gloria del Greco y del cristal orgullo.
Privilegió Judea con tu vista
Dios, y eligió la brisa y el ambiente
en que debía abrirse tu capullo.

LUIS DE GÓNGORA: A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA

Verso ajeno:

Virgen pura, si el Sol, Luna y estrellas.

GLOSA

Si ociosa no, asistió Naturaleza
Incapaz a la tuya, oh gran Señora,
Concepción limpia, donde ciega ignora
Lo que muda admiró de tu pureza.

Díganlo, oh Virgen, la mayor belleza
Del día, cuya luz tu manto dora,
La que calzas nocturna brilladora,
Los que ciñen carbunclos tu cabeza.

Pura la Iglesia ya, pura te llama
La Escuela, y todo pío afecto sabio
Cultas en tu favor da plumas bellas.

¿Qué mucho, pues, si aun hoy sellado el labio,
Si la naturaleza aun hoy te aclama
Virgen pura, si el Sol, Luna y estrellas?

FRAY LUIS DE LEÓN:  A NUESTRA SEÑORA

No viéramos el rostro al padre Eterno
alegre, ni en el suelo al Hijo amado
quitar la tiranía del infierno,
ni el fiero Capitán encadenado;
viviéramos en llanto sempiterno,
durara la ponzoña del bocado,
serenísima Virgen, si no hallara
tal Madre Dios en vos donde encarnara.

Que aunque el amor del hombre ya había hecho
mover al padre Eterno a que enviase
el único engendrado de su pecho,
a que encarnando en vos le reparase,
con vos se remedió nuestro derecho,
hicistes nuestro bien se acrecentase,
estuvo nuestra vida en que quisistes,
Madre digna de Dios, y ansí vencistes.

No tuvo el Padre más, Virgen, que daros,
pues quiso que de vos Cristo naciese,
ni vos tuvistes más que desearos,
siendo el deseo tal, que en vos cupiese;
habiendo de ser Madre, contentaros
pudiérades con serlo de quien fuese
menos que Dios, aunque para tal Madre,
bien estuvo ser Dios el Hijo y Padre.

Con la humildad que al cielo enriquecistes
vuestro ser sobre el cielo levantastes;
aquello que fue Dios sólo no fuistes,
y cuanto no fue Dios, atrás dejastes;
alma santa del padre concebistes,
y al Verbo en vuestro vientre le cifrastes;
que lo que cielo y tierra no abrazaron,
vuestras santas entrañas encerraron.

Y aunque sois Madre, sois Virgen entera,
hija de Adán, de culpa preservada,
y en orden de nacer vos sois primera,
y antes que fuese el cielo sois criada.
Piadosa sois, pues la seriente fiera
por vos vio su cabeza quebrantada;
a Dios de Dios bajáis del cielo al suelo,
del hombre al hombre alzáis del suelo al cielo.

Estáis agora, Virgen generosa,
con la perpetua Trinidad sentada,
do el Padre os llama Hija, el Hijo Esposa,
y el Espíritu Santo dulce Amada.
De allí con larga mano y poderosa
nos repartís la gracia, que os es dada;
allí gozáis, y aquí para mi pluma,
que en la esencia de Dios está la suma.


PEDRO ESPINOSA: SONETO A LA VIRGEN NUESTRA SEÑORA, CAMINANDO A EGIPTO

Mira desde una laja de la roca
el águila ondear el fuego claro;
y el nido con piadoso desamparo
deja, sus hijos salva, el cielo toca.

También do el sol se ignora, en tierra poca
hunde el tesoro el mal seguro avaro,
que teme de la cueva, aunque es su amparo,
no suenen sus secretos en su boca.

Así guardas el Hijo y el tesoro,
Ave María, Virgen cudiciosa,
con presta mano y peregrina planta.

Así del dulce nido, así del oro
te obliga, oh sabiamente recelosa,
piedad divina y avaricia santa.


MARÍA EN LA PINTURA

Durante siglos, la Stma. Virgen María ha sido representada por los mejores pintores de nuestra historia que nos han dejado verdaderas obras de arte 


TIZIANO: LA VIRGEN CON EL NIÑO (1540)

MURILLO: SANTA ANA Y LA VIRGEN ( 1655)

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MURILLO: LA INMACULADA CONCEPCIÓN (1665)

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VELÁZQUEZ: LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN (¿1636?)

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RAFAEL SANZIO: JESÚS CORONANDO A LA VIRGEN (1504)

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ZURBARÁN: INMACULADA CONCEPCIÓN (1630)

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EL GRECO: SAGRADA FAMILIA, SANTA ANA Y SAN JUANITO (1600)

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TIZIANO: LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN (1518)



TIÉPOLO: INMACULADA CONCEPCIÓN (1769)

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ISABEL GUERRA: LA INMACULADA JOVEN (2015)

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DALÍ: MADONNA DE PORT LLIGAT (1950)


La Madona de Portlligat | Fundació Gala - Salvador Dalí


BOTTICELLI: LA VIRGEN DEL LIBRO (1480)

Legendarte Cuadro Lienzo, Impresión Digital - Virgen del Libro Sandro  Botticelli, cm. 60x90 - Decoración Pared: Amazon.es: Hogar

SALVI DA SASSOFERRATO: LA VIRGEN REZANDO (1640-1650)

Virgen Maria rezando


G. RENI: LA VIRGEN DE LA SILLA (1624)

Pintura La Virgen de la silla, una obra de arte que representa la Virgen María


EL GRECO: LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN (1577)



MARÍA EN LA ESCULTURA

En esta página presentamos algunas de las obras de arte que los escultores dedicaron a la Virgen María


MIGUEL ÁNGEL: LA PIEDAD (1498-1499)


L. DA VINCI: LA VIRGEN Y EL NIÑO RIENDO (1465)


G. STRAZZA: LA VIRGEN DEL VELO (1850)




J. DELLA QUERCIA (SIGLO XV)



MIGUEL ÁNGEL: MADONNA DE BRUJAS (1501-1504)





MARIOLOGÍA





En sentido literal mariología es la parte de la ciencia teológica que se dedica a la Virgen María. Además del estudio de su vida, tal como se refleja en los Sagrada Escritura, realiza interpretaciones acerca de distintos dogmas y doctrinas marianas, su papel en la salvación, sus distintas advocaciones y cómo debe realizarse su culto o veneración (el culto mariano, denominado ”hiperdulía”).
La clave del Concilio Vaticano II respecto a la mariología la encontramos en el capítulo VIII de la “Constitución Lumen Gentium” en su consideración histórico-salvífica a través del título de la maternidad divina de María, punto de arranque para su relación con la cristología (Madre del Salvador) y la eclesiología (esperanza, camino, figura de la iglesia y madre de los creyentes). María es la mujer que ha escuchado la palabra de Dios y la ha puesto en práctica, modelo de toda moral cristiana en el seguimiento de Jesucristo. María nos muestra hacia dónde caminamos y cuál es el final de nuestro destino, así como dónde conduce el designio histórico-salvífico de Dios en Cristo.


A modo de ejemplo cito a continuación algunas obras para conocer, profundizar y amar más a la Virgen María; son éstas:






  •  San Luis María de Monfort: El secreto de María
  • San Luis María de Monfort: Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen
  •  San Bernardo: La Virgen Madre
  •  Scott Hahn: Dios te salve, Reina y Madre
  •  Franz Michel William: Vida de María
  •  San Alfonso María de Ligorio: Las glorias de María
  • Antonio Orozco Delclos: Mirar a María
  •  San Rafael Arnaiz: La Virgen Madre
  •  San Mutien Marie: Cómo amar y hacer amar a María
  •  Javier Suárez-Guanes: La doncella de Nazaret
  •  Manfred  Hauke: Introducción a la mariología
  •  George Chevrot: El Ave María
  •  José Morales: Madre de la Gracia
  •  Cándido Pozo: María en la obra de la salvación
  •  John Henry Newman: María. Páginas selectas
  •   Hilde Kolbe: Pensamientos sobre María
  •  Manfred Hauke: Introducción a la mariología
  •  Benedicto XVI: Enseñanzas sobre la Virgen María
  •  Benedicto XVI: María, Madre del sí
  •  Rafael María López Melús: Vida de la Virgen María
  •  Vittorio Messori: Hipótesis sobre María
  •  Ignacio Larrañaga: El silencio de María
  • Georgette Blaquiere: El evangelio de María
  • Miguel Ángel Mesa Bouzo: María, mujer de fe
  • René Laurentin: La presencia de María
  • Miguel Ponce Cuéllar: María, madre del Redentor y madre de la Iglesia
  • Papa Francisco: Ave María
  •  Papa Francisco: Madre, regálanos tu mirada


SANTUARIOS MARIANOS

GALICIA: A VIRXE DA BARCA



Este santuario de Muxía  (A Coruña) es uno de los  más antiguos de Galicia. Según cuenta una leyenda, la Virgen llegó a este lugar a bordo de una barca de piedra para confortar al Apóstol Santiago. Los restos de esta barca se conservan junto a la capilla.
Este lugar es objeto de culto mágico-religioso a lo largo de los siglos y de veneración para los miles de peregrinos que recorren el Camino Xacobeo de Santiago a Muxía-Fisterra.













GALICIA: NUESTRA SEÑORA DE LAS ERMITAS



Se encuentra a medio camino entre las localidades ourensanas de Viana do Bolo y A Rúa. Su construcción se remonta al siglo XVII y está considerado como una de las joyas arquitectónicas del barroco gallego. Su origen, para unos,  está asociado con una aparición milagrosa de una talla de la Virgen y, para otros, a unas fuentes cuyas aguas tenían poderes sanadores.
Tiene dos majestuosas torres y una fachada profusamente decorada con  bellas estatuas y columnas ornamentales.




GALICIA: NOSA SEÑORA DO CORPIÑO


Este santuario de la localidad de Lalín (Pontevedra) cuenta con una larguísima tradición de devoción. Se erigió en un lugar de culto muy antiguo. Aunque fue reformado en muchas ocasiones, como lugar de peregrinación su origen se remonta a tiempos muy remotos y aparece ya mencionado en varios documentos del siglo XIII.


Según cuenta la tradición popular, peregrinar a este santuario puede curar milagrosamente diferentes dolencias, entre ellas la posesión diabólica o de espíritus malignos.
Las fiestas grandes de este santuario, a la que acuden numerosos romeros,  se celebran el 23 y 24 de junio, el 1 de mayo y el 25 de marzo.


GALICIA­: SANTUARIO DE LOS MILAGROS

El Santuario de los Milagros (Baños de Molgas-Ourense) fue construido entre 1731 y 1771 en la cima del Monte Medo que corona el hermoso valle del río Arnoia. Se trata de un  templo barroco enmarcado por cuatro torres que rematan en cúpula. En la fachada principal se encuentran tres puertas que se corresponden con las tres naves interiores.




En los alrededores se encuentran siete capillas de ví­a crucis de piedra que albergan los pasos o escenas de la pasión en estatuas de madera, el famoso roble de la Virgen y dos fuentes llamadas Fonte da Virxen y Fonte da Cunca.