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ÍNDICE DEL BLOG



Virgen del Divino Amor (talla de madera policromada, firmada J. Duñach, 1920). Colección familiar.


PÁGINA PRINCIPAL
  • DEVOCIONES MARIANAS
  • ORACIONES
  • EL SANTO ROSARIO
  • EL ÁNGELUS
  • REZAR CON EL PAPA FRANCISCO
  • LOS SANTOS Y LA VIRGEN
  • MARÍA EN LA POESÍA
PÁGINA DOS
  • MARÍA EN LA PINTURA
  • MARÍA EN LA ESCULTURA
  • MARIOLOGÍA
  • SANTUARIOS MARIANOS
  • DEVOCIONES MARIANAS
  • APARICIONES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN



ORACIONES

ACERCARSE A DIOS A TRAVÉS DE MARÍA

Como dice Sta. Teresa de Jesús: la oración es “tratar de amistad a solas con quien sabemos nos ama” (Libro de la Vida)



AVE MARÍA
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

LA SALVE
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos,
gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues,
Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.



OFRECIMIENTO A LA SANTÍSIMA VIRGEN
¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo Oh Madre de bondad, guardame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya. Amén.

ACORDAOS… (ORACIÓN DE SAN BERNARDO)
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.

BAJO TU AMPARO
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas nuestras súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.


BENDITA SEA TU PUREZA
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
te ofrezco en este día
alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión!
¡No me dejes, Madre mía¡

 MAGNIFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

PRÉSTAME, MADRE…
Préstame, Madre, tus ojos, para con ellos mirar, porque si por ellos miro, nunca volveré a pecar.
Préstame, Madre, tus labios, para con ellos rezar, porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.
Préstame, Madre, tu lengua, para poder comulgar, pues es tu lengua patena de amor y de santidad.
Préstame, Madre, tus brazos, para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame, Madre, tu manto, para cubrir mi maldad, pues cubierto con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame, Madre a tu Hijo, para poderlo yo amar, si Tú me das a Jesús, ¿qué más puedo yo desear?
Y esa será mi dicha por toda la eternidad.


ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOS MILAGROS
Oh Virgen de los Milagros, tierna Madre del Señor,
hoy acudimos ante ti con todo nuestro fervor,
escucha de tus hijos su más sentido clamor
y dirige hacia nosotros la mirada de tus amorosos ojos,
no nos dejes sin tu auxilio en las desolaciones y llantos
ilumínanos en las penas y tristezas con tu amor,
danos esperanza y alivio cuando nos invada la aflicción.
Santa María de los Milagros, Madre del Redentor,
Excelsa Señora depositaria de los dones del Señor,
en estos momentos aciagos precisamos tu comprensión,
ampáranos y con tus manos bondadosa concédenos favor,
alivia los problemas y dificultades que nos causan desazón.
Tú que tantos milagros derramas a los que van a ti con devoción
haz en nuestras vidas un milagro y danos solución
para este grave circunstancia que nos duele y rompe el corazón:
(pedir lo que se quiere conseguir)
Nuestra Señora de los Milagros, Reina de misericordia,
asístenos con tu poderosa intercesión
y nuestros males, preocupaciones y necesidades remedia
ayúdanos en la lucha, danos fortaleza y valor,
guía nuestros pasos y alumbra nuestros caminos
¡ruega por tus hijos ante Dios!
extiende sobre nosotros el celeste manto de tu protección
libéranos de enemigos y peligros
danos salud, trabajo, prosperidad y amor,
llena nuestros hogares de justicia, fe, esperanza y caridad,
y uno a uno danos refugio y tu bendición de paz.
¡Virgen de los Milagros, Madre compasiva, 
no nos desampares ni en la muerte ni en la vida!
Amén.

DESDE QUE AMANECE EL DÍA
Madre mía: Desde que amanece el día, bendíceme;
en lo rudo del trabajo, ayúdame;
si vacilo en mis buenas decisiones, fortaléceme;
en las tentaciones y peligros, defiéndeme;
si desfallezco, sálvame y al cielo llévame.
Amén.



ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN
En las dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En horas difíciles: consuélame.
Con tu corazón maternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.


ORACIÓN A LA REINA DE LOS ÁNGELES
¡Oh Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles! Pues has recibido de Dios el
poder y la misión de aplastar la cabeza de Satanás, le suplicamos humildemente, envíanos las legiones angélicas, para que bajo tu mando, persigan a los demonios, combatan contra ellos en todas partes, repriman su audacia y los sepulten en el infierno.
Santos ángeles y arcángeles; defiéndenos, guárdanos- ¡Oh buena y tierna Madre! Tú eres
siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! envía los santos ángeles para
defenderme y para rechazar lejos el demonio, mi cruel enemigo.
San Miguel Arcángel, ruega por nosotros
San Gabriel Arcángel, ruega por nosotros.
San Rafael Arcángel, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rueguen por nosotros,
Coros Angélicos, rueguen por nosotros.
Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.


ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA
Oh María, sin pecado concebida
rogad por nosotros que recurrimos a Vos
sin tardanza pregona lengua mía
las glorias y alabanzas de María
atiende a mi socorro, gran Señora
y ampárame tu diestra protectora.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, sea ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.



CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA (Papa Pío XII)
¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.
En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades.
Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.
Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.
Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.
Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios.
Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.

SALUDO A LA VIRGEN MARÍA (S. Francisco)
Salve, Señora, santa Reina,
santa Madre de Dios, María,
que eres virgen hecha iglesia
y elegida por el santísimo Padre del cielo,
a la cual consagró Él
con su santísimo amado Hijo
y el Espíritu Santo Paráclito,
en la cual estuvo y está
toda la plenitud de la gracia y todo bien.
Salve, palacio suyo;
salve, tabernáculo suyo;
salve, casa suya.
Salve, vestidura suya;
salve, esclava suya;
salve, Madre suya
y todas vosotras, santas virtudes,
que sois infundidas por la gracia
e iluminación del Espíritu Santo
en los corazones de los fieles,
para que de infieles hagáis fieles a Dios.

ORACIÓN DE S. ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
Santísima e Inmaculada Virgen María, oh Madre mía, a ti que eres la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la Abogada, esperanza y refugio de los pecadores, vengo ahora a pedir tu bendición.
Yo te venero, oh gran Reina, y te doy gracias por tantos favores que me has hecho en el pasado; pero sobre todo te doy gracias por librarme de todos los males. Te amo, oh Señora dignísima de todo amor, y por el amor que te tengo, prometo en adelante servirte, y hacer todo lo que de mí dependa para que otros te amen.
 En ti pongo toda mi confianza y mi esperanza de salvación. Recíbeme como a tu siervo y cúbreme con tu manto de protección, tú que eres la Madre de la misericordia. Y puesto que tienes tanto poder para con Dios, líbrame de las tentaciones, o al menos obtenme la gracia de vencerlas.
 Te pido un verdadero amor a Jesús, y la gracia de una santa muerte. Oh Madre mía, por el amor que tienes a Dios, Nuestro Señor, te ruego que seas mi ayuda en todo tiempo, pero principalmente en el último instante de mi vida. No me dejes, Madre mía, hasta que me veas salvo en el cielo, para bendecirte allí y cantar tus alabanzas por toda la eternidad. Amén.



ORACIÓN A NTRA. SRA. DE LOS DOLORES
Oh María, madre de Jesucristo y madre nuestra, tú que estás junto a nuestras cruces como permaneciste junto a la de Jesús, sostén nuestra fe, para que aunque estemos inmersos en el dolor, mantengamos la mirada fija en el rostro de Cristo en quien, durante el sufrimiento extremo de la cruz, se manifestó el amor inmenso de Dios.
Madre de nuestra esperanza, danos tus ojos para ver más allá del sufrimiento y de la muerte, la luz de la Resurrección. Danos un corazón sensible para seguir amando y sirviendo también en medio de las pruebas.
Oh María Madre, Virgen de los Dolores, ruega por nosotros para que cuando el dolor nos visite logremos decir: "Hágase tu voluntad". Amén.

ACTO DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN (S. Juan Pablo II)
Madre, como el apóstol Juan, nosotros queremos acogerte en nuestra casa, para aprender de ti a ser como tu Hijo. "¡Mujer, aquí tienes a tus hijos!" Estamos aquí, ante ti, para confiar a tus cuidados maternos a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero.
Ruega por nosotros a tu querido Hijo, para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad que es fuente de vida. Te encomendamos a todos los hombres, comenzando por los más débiles: a los niños que aún no han visto la luz y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento; a los jóvenes en busca de sentido. A las personas que no tienen trabajo y a las que padecen hambre o enfermedad. Te encomendamos a las familias rotas, a los ancianos que carecen de asistencia y a cuantos están solos y sin esperanza.
 Oh Madre, que conoces los sufrimientos y las esperanzas de la Iglesia y del mundo, ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas que la vida reserva a cada uno y haz que, por el esfuerzo de todos, las tinieblas no prevalezcan sobre la luz. A ti, Aurora de la Salvación, confiamos nuestro camino para que bajo tu guía, todos los hombres descubran a Cristo, luz del mundo y único Salvador, que reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.


ORACIÓN  A NTRA. SRA. DE LA ESCUCHA
“Madre escúchame cuando recurra a Ti”
Madre de Dios y madre nuestra,
a ti acudo, con devoción filial,
en busca de consuelo.
Escúchame benignamente
y concédeme la gracia que te pido,
pues nunca abandonas a los necesitados
y siempre estás dispuesta
a perdonar las faltas
y a remediar los males.

SALVE, DEL MAR ESTRELLA
Salve, del mar Estrella,
salve, Madre sagrada
de Dios y siempre virgen,
puerta del cielo santa.
Tomando de Gabriel
el “Ave”, Virgen alma,
mudando el nombre de Eva,
paces divinas trata.
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.
Muéstrate madre, y llegue
por ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
camino firme allana,
que quien a Jesús llega
eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
una a los tres le demos,
y siempre eternas gracias.
Amén.

ORACIÓN A NTRA. SRA. DE LA CONFIANZA
Madre mía,
a Ti acudo,
con filial afecto,
en busca de consuelo
en todas mis necesidades.
Confío plenamente
en que puedes ayudarme
y concederme la gracia que te pido,
pues nunca abandonas
a los que con fe y devoción
solicitamos tu ayuda y misericordia.
Sé que tu corazón compasivo
encontrará en mis miserias,
en mis penas y sufrimientos
un motivo para atender mi súplica.

ORACIÓN A NTRA. SRA. DEL PERDÓN
Madre de Dios y madre nuestra,
ante tu imagen,
con fe y devoción,
te pido perdón por mis faltas,
pasadas y presentes,
 y por aquellas que pueda cometer en el futuro,
pues soy débil y necesito tu ayuda y protección
para seguir los mandatos de tu hijo Jesucristo
y conseguir, por tu intercesión, la vida eterna.


ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA BONDAD
Madre de Dios y Madre nuestra,
a Ti acudo con devoción filial
en busca de tu amparo
y tu consuelo.
A pesar de mis faltas,
escúchame benignamente,
pues siempre atiendes
a los más necesitados.
Madre de Bondad,
acompáñame en la soledad,
asísteme en la enfermedad.
auxíliame en los peligros,
defiéndeme de mis enemigos,
y abrázame en las dificultades.
Madre del divino amor,
fuente de esperanza,
concédeme las gracias que te pido
y sé mi intercesora
delante de tu Hijo.

LAS TRES AVEMARÍAS
Oh Madre de Dios y Madre de todas las gracias: por las muchísimas que te concedió la Santísima Trinidad, y particularmente por tu poder, sabiduría y ardiente caridad, te suplico nos concedas a nosotros participar de estas gracias, como participan los hijos de los bienes de sus padres, y especialmente nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena honrando en ti al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
(Petición).
1.- Oh Virgen poderosísima: así como Dios Padre, en su munificencia omnipotente, levantó tu alma sobre un trono de gloria sin igual, hasta el punto de que, después de él, eres la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también te suplico que me asistas en la hora de la muerte, para fortificarme y rechazar de mí toda potestad enemiga.
Avemaría.
2.- Oh Virgen sapientísima: así como el Hijo de Dios, conforme a los tesoros de su sabiduría, te adornó y llenó maravillosamente de ciencia y entendimiento, de tal modo que gozas del conocimiento de la Santísima Trinidad más que todos los santos juntos, y como sol brillante, con la claridad de que te ha embellecido, adornas todo el cielo, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, para llenar mi alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas de la ignorancia y del error.
Avemaría.
 3.- Oh Virgen amantísima: así como el Espíritu Santo te llenó por completo de las dulzuras de su amor y te hizo tan amable y tan amante que, después de Dios, eres la más dulce y la más misericordiosa, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, llenando mi alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para mí en delicias.
Avemaría.



MEMORARE
No me desampare tu amparo,
no me falte tu piedad,
no me olvide tu memoria.
Si tú, Señora, me dejas, ¿quién me sostendrá?
Si tú me olvidas, ¿quién se acordará de mí?
Si tú, que eres Estrella de la mar
y guía de los errados, no me alumbras, ¿dónde iré a parar?
No me dejes tentar del enemigo,
y si me tentare, no me dejes caer,
y si cayere, ayúdame a levantar.
¿Quién te llamó, Señora, que no le oyeses?
¿Quién te pidió, que no le otorgases?

ORACIÓN DEL PADRE PÍO A LA VIRGEN
Santísima Virgen Inmaculada y Madre mía María, a ti que eres la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la Abogada, la Esperanza, el Refugio de los pecadores, recurro hoy, yo que soy el más miserable de todos, te venero, oh gran Reina y te agradezco por todas las gracias me has dado hasta ahora, especialmente haberme librado del infierno, tantas veces merecido por mí.
Yo te amo, Señora amabilísima, y por el amor que te tengo, prometo querer servirte siempre y hacer todo lo que pueda para que tú seas amada más por los demás.
Pongo en ti, después de Jesús, todas mis esperanzas, toda mi salud, acéptame como tu siervo, y acógeme bajo tu manto, tú, Madre de Misericordia.
Y ya que eres tan potente ante Dios, líbrame de todas las tentaciones o obténme la fuerza de vencerlas hasta la muerte.
A ti te pido el verdadero amor a Jesucristo, de ti espero hacer una buena muerte, Madre mía, por el amor que tienes a Dios, te ruego me ayudes siempre, pero más en el último momento de mi vida. No me abandones hasta no verme salvo en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad.
Amén.

ORACIÓN A MARÍA MADRE
Préstame Madre tus ojos
para con ellos mirar
porque si con ellos miro
nunca volveré a pecar.
Préstame Madre tus labios
para con ellos rezar
porque si con ellos rezo
Jesús me podrá escuchar
Préstame Madre tu lengua
para poder comulgar
pues es tu lengua materna
de amor y de santidad.
Préstame Madre tus brazos
para poder trabajar
que así rendirá mi trabajo
una y mil veces más.
Préstame Madre tu manto
para cubrir mi maldad
pues cubierta con tu manto
al Cielo he de llegar.
Préstame Madre a tu Hijo
para poderlo yo amar
pues si me das a Jesús
qué más puedo yo desear?
Así será esta mi dicha
por toda la eternidad.
Amén.






ORACIÓN DE LA NOCHE A LA VIRGEN MARÍA
Cuando vence la luna al sol y, la noche invita a la calma, nuestro cansancio se pone en tus manos María.
Cuando el descanso nos lleva a la reflexión y la oscuridad a la quietud de la noche
todo ello, lo dejamos bajo tu rostro: María.
Cuando cerramos las puertas y atrás quedan luchas y fatigas, decepciones y sufrimientos
buscamos en el silencio a una figura: eres tu María.
Cuando hemos caminado sin obtener demasiado fruto y las luchas nos han dejado extenuados, buscamos la fuerza de Dios, con alguien que vive a su lado: María.
Cuando pensamos que todo ha acabado, que todos los días son iguales y que no merecen la pena ser vividos, buscamos un reconstituyente de esperanza: tú eres María.
Déjanos, Madre y Virgen, antes de caer en el dulce sueño, poner en tus manos lo que, en esta mañana, quisimos fuera sincera realidad:
Si no estuvimos a la altura….perdón, Señor
Si olvidamos tu presencia….perdón, Señor
Si no crecimos en honestidad….perdón, Señor
Si, la fe y la esperanza, no las cuidamos….perdón, Señor.
María, mientras dormimos te pedimos que veles nuestro sueño que inclines tu rostro de Madre sobre nosotros tus hijos y que, mañana cuando despertemos, Dios nos dé otra oportunidad para seguir siendo amigos de Jesús.
Amén.




















EL SANTO ROSARIO


El Santo Rosario está compuesto por veinte "misterios" (acontecimientos, momentos significativos) de la vida de Jesús y de la Virgen María, divididos desde la publicación de la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, en cuatro "rosarios".
El primer "rosario" comprende los misterios gozosos (lunes y sábado).
El segundo los misterios luminosos (jueves).
 El tercero los misterios dolorosos (martes y viernes) y el cuarto los gloriosos (miércoles y domingo).



COMO REZARLO
Oración de inicio:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Se enuncia en cada decena el "misterio"; a continuación se rezan: un Padre nuestro, diez Avemarías y un Gloria.
A la final del Rosario se recita la Letanía Lauretana, u otras oraciones marianas.
Letanías lauretanas:
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oración:
Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Una Salve a la Virgen:
Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!




EL ÁNGELUS



El Ángelus es una oración en recuerdo de la Anunciación y  del misterio de la Encarnación. Toma su nombre de sus primeras palabras en la versión latina, Angelus Domini nuntiavit Mariæ. La redacción del Ángelus es atribuida por algunos al Papa Urbano II (1088-1099) y por otros a Juan XXII (1316-1334). Al momento de rezar esta oración se le llama también la hora del Avemaría.
San Lucas refiere que el ángel Gabriel fue enviado por Dios a  Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Luego añadió: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús”.  María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?”. El ángel le aclaró: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios”. Contestó María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”,  Días después, María fue a casa de su prima Isabel, la cual exclamó: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno”(Cfr. Lc 1,26 ss). A modo de conclusión, San Juan añade en el prólogo de su Evangelio: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros” (Jn 1,14)

Oración:

V. El Ángel del Señor anunció a María.
R.
 Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María... Santa María...
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María... Santa María...
V. Y el Verbo se hizo carne.
R.
 Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María... Santa María...
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oremos:
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

REZAR CON EL PAPA FRANCISCO


Oraciones del Papa Francisco a la Virgen María


María, madre de la Iglesia y madre de nuestra fe
¡Madre, ayuda nuestra fe!
Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada.
Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa.
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.
Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino.
Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.

María, la mujer de la escucha, de la decisión, de la acción
María, mujer de la escucha, haz que se abran nuestros oídos; que sepamos escuchar la Palabra de tu Hijo Jesús entre las miles de palabras de este mundo; haz que sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, a cada persona que encontramos, especialmente a quien es pobre, necesitado, tiene dificultades.
María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús sin vacilaciones; danos la valentía de la decisión, de no dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.
María, mujer de la acción, haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan “deprisa” hacia los demás, para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como tú, la luz del Evangelio al mundo. Amén.

María, Madre del silencio, de la belleza, de la ternura
Madre del silencio, que custodia el misterio de Dios,
líbranos de la idolatría del presente, a la que se condena quien olvida.
Purifica los ojos de los Pastores con el colirio de la memoria: volveremos a la lozanía de los orígenes, por una Iglesia orante y penitente.
Madre de la belleza, que florece de la fidelidad al trabajo cotidiano,
despiértanos del torpor de la pereza, de la mezquindad y del derrotismo.
Reviste a los Pastores de esa compasión que unifica e integra: descubriremos la alegría de una Iglesia sierva, humilde y fraterna.
Madre de la ternura, que envuelve de paciencia y de misericordia,
ayúdanos a quemar tristezas, impaciencias y rigidez de quien no conoce pertenencia.
Intercede ante tu Hijo para que sean ágiles nuestras manos, nuestros pies y nuestro corazón: edificaremos la Iglesia con la verdad en la caridad.
Madre, seremos el Pueblo de Dios, peregrino hacia el Reino. Amén.

Oración a la Virgen María
Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro “sí”
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú, llena de la presencia de Cristo,
llevaste la alegría a Juan el Bautista,
haciéndolo exultar en el seno de su madre.
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor.
Tú, que estuviste plantada ante la cruz
con una fe inquebrantable
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.
Tú, Virgen de la escucha y la contemplación,
madre del amor, esposa de las bodas eternas,
intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.
Estrella de la nueva evangelización,
ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,
del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio
llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén. Aleluya.



Oración contra la pandemia
Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.

Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios (Oración a la Virgen ante la pandemia)
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.




LOS SANTOS Y LA VIRGEN

ALGUNAS FRASES QUE LOS SANTOS Y SANTAS REGALARON A MARÍA



“Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: ¡invoca a María!” (S. Bernardo de Claraval)
“No temen tanto los soldados un copioso ejército de enemigos como teme el poder del infierno al oír el nombre de María” (S. Buenaventura)
"Quien confía en María no se sentirá nunca defraudado" (S. Juan Bosco)
“María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno. María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo” (S. Agustín)
“Al igual que nos creaste por tu Hijo, así, por el santo amor con que nos amaste, quisiste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima Santa María..." (S. Francisco de Asís)
"A la manera que la gloriosa Virgen de las vírgenes llevó a Cristo materialmente en su seno, así también tú, siguiendo sus huellas, especialmente las de su humildad y pobreza, puedes llevarlo siempre espiritualmente" (Sta. Clara de Asís)
“A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace devoto de la Virgen María(San Luis María Griñón de Monfort)
“Nunca tengas miedo de amar demasiado a la Virgen. Jamás podrás amarla más que Jesús” (S. Maximiliano Kolbe)
“Con la práctica fiel de las virtudes más humildes y sencillas, has hecho Madre mía, visible a todos el camino recto del Cielo” (Sta. Teresa de Lisieux)
“Si yo no tuviera a la Madre de Dios que me defiende a cada paso de los peligros del alma, ya habría caído el poder de Satanás” (S. Juan María Vianney. Cura de Ars)
"Quiso el Señor caber en el vientre de su Sacratísima Madre. Como es Señor, consigo trae la libertad, y como nos ama hácese a nuestra medida" (Sta. Teresa de Jesús)
"¡Oh, María Inmaculada, estrella de la mañana que disipas las tinieblas de la noche oscura, a Ti acudimos con gran confianza!" (San Juan XXIII)
"A María, nuestra Madre, le demostraremos nuestro amor trabajando por su Hijo Jesús, con Él y para Él" (Sta. Teresa de Calcuta)
"Por mucho que ames a María Santísima. Ella te amará siempre mucho más de lo que la amas tú" (S. Ignacio de Loyola)
"Claro que Dios podría hacer un mundo más bello que éste; pero no sería más bello si en él faltase María" (S. Juan Vianney)
"La bienaventurada Virgen María, por el hecho de ser Madre de Dios, tiene una especie de dignidad infinita a causa del bien infinito que es Dios. Y en esa línea no puede imaginarse una dignidad mayor, como no puede imaginarse cosa mayor que Dios" (Santo Tomás)

MARÍA EN LA POESÍA

Así cantan y cantaron los poetas a la Virgen María




RAFAEL ALBERTI: SONETOS A LA VIRGEN DEL CARMEN

Día de amor y bonanza
Que eres loba de mar y remadora,
Virgen del Carmen, y patrona mía,
escrito está en la frente de la aurora,
cuyo manto es el mar de mi bahía.

Que eres mi timonel, que eres la guía
de mi oculta sirena cantadora,
escrito está en la frente de la proa
de mi navío, al sol del mediodía.

Que tú me salvarás, ¡oh marinera
Virgen del Carmen!, cuando la escollera
parta la frente en dos de mi navío,

loba de espuma azul en los altares,
con agua amarga y dulce de los mares
escrito está en el fiero pecho mío.

Día de tribulación
 ¡Oh Virgen remadora, ya clarea
la alba luz sobre el llanto de los mares!
Contra mis casi hundidos tajamares,
arremete el mastín de la marea.

Mi barca sin timón, caracolea
sobre el tumulto gris de los azares.
Deje tu pie, descalzo, sus altares,
y la mar negra verde pronto sea.

Toquen mis manos el cuadrado anzuelo
–tu escapulario–, Virgen del Carmelo,
y hazme delfín, Señora, tú que puedes…

Sobre mis hombros te llevaré a nado
a las más hondas grutas del pescado,
donde jamás lleguen las redes.


MIGUEL HERNÁNDEZ: SONETO

¡Oh elegida por Dios antes que nada;
Reina del Ala, propia del zafiro,
nieta de Adán, creada en el retiro
de la virginidad siempre increada!
Tienes el ojo tierno de preñada;
y ante el sabroso origen del suspiro
donde la leche mana miera, miro
tu cintura, de no parir, delgada.
Trillo es tu pie de la serpiente lista,
tu parva el mundo, el ángel tu simiente,
Gloria del Greco y del cristal orgullo.
Privilegió Judea con tu vista
Dios, y eligió la brisa y el ambiente
en que debía abrirse tu capullo.

LUIS DE GÓNGORA: A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA

Verso ajeno:

Virgen pura, si el Sol, Luna y estrellas.

GLOSA

Si ociosa no, asistió Naturaleza
Incapaz a la tuya, oh gran Señora,
Concepción limpia, donde ciega ignora
Lo que muda admiró de tu pureza.

Díganlo, oh Virgen, la mayor belleza
Del día, cuya luz tu manto dora,
La que calzas nocturna brilladora,
Los que ciñen carbunclos tu cabeza.

Pura la Iglesia ya, pura te llama
La Escuela, y todo pío afecto sabio
Cultas en tu favor da plumas bellas.

¿Qué mucho, pues, si aun hoy sellado el labio,
Si la naturaleza aun hoy te aclama
Virgen pura, si el Sol, Luna y estrellas?

FRAY LUIS DE LEÓN:  A NUESTRA SEÑORA

No viéramos el rostro al padre Eterno
alegre, ni en el suelo al Hijo amado
quitar la tiranía del infierno,
ni el fiero Capitán encadenado;
viviéramos en llanto sempiterno,
durara la ponzoña del bocado,
serenísima Virgen, si no hallara
tal Madre Dios en vos donde encarnara.

Que aunque el amor del hombre ya había hecho
mover al padre Eterno a que enviase
el único engendrado de su pecho,
a que encarnando en vos le reparase,
con vos se remedió nuestro derecho,
hicistes nuestro bien se acrecentase,
estuvo nuestra vida en que quisistes,
Madre digna de Dios, y ansí vencistes.

No tuvo el Padre más, Virgen, que daros,
pues quiso que de vos Cristo naciese,
ni vos tuvistes más que desearos,
siendo el deseo tal, que en vos cupiese;
habiendo de ser Madre, contentaros
pudiérades con serlo de quien fuese
menos que Dios, aunque para tal Madre,
bien estuvo ser Dios el Hijo y Padre.

Con la humildad que al cielo enriquecistes
vuestro ser sobre el cielo levantastes;
aquello que fue Dios sólo no fuistes,
y cuanto no fue Dios, atrás dejastes;
alma santa del padre concebistes,
y al Verbo en vuestro vientre le cifrastes;
que lo que cielo y tierra no abrazaron,
vuestras santas entrañas encerraron.

Y aunque sois Madre, sois Virgen entera,
hija de Adán, de culpa preservada,
y en orden de nacer vos sois primera,
y antes que fuese el cielo sois criada.
Piadosa sois, pues la seriente fiera
por vos vio su cabeza quebrantada;
a Dios de Dios bajáis del cielo al suelo,
del hombre al hombre alzáis del suelo al cielo.

Estáis agora, Virgen generosa,
con la perpetua Trinidad sentada,
do el Padre os llama Hija, el Hijo Esposa,
y el Espíritu Santo dulce Amada.
De allí con larga mano y poderosa
nos repartís la gracia, que os es dada;
allí gozáis, y aquí para mi pluma,
que en la esencia de Dios está la suma.


PEDRO ESPINOSA: SONETO A LA VIRGEN NUESTRA SEÑORA, CAMINANDO A EGIPTO

Mira desde una laja de la roca
el águila ondear el fuego claro;
y el nido con piadoso desamparo
deja, sus hijos salva, el cielo toca.

También do el sol se ignora, en tierra poca
hunde el tesoro el mal seguro avaro,
que teme de la cueva, aunque es su amparo,
no suenen sus secretos en su boca.

Así guardas el Hijo y el tesoro,
Ave María, Virgen cudiciosa,
con presta mano y peregrina planta.

Así del dulce nido, así del oro
te obliga, oh sabiamente recelosa,
piedad divina y avaricia santa.


MARÍA EN LA PINTURA

Durante siglos, la Stma. Virgen María ha sido representada por los mejores pintores de nuestra historia que nos han dejado verdaderas obras de arte 


TIZIANO: LA VIRGEN CON EL NIÑO (1540)

MURILLO: SANTA ANA Y LA VIRGEN ( 1655)

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MURILLO: LA INMACULADA CONCEPCIÓN (1665)

ctv-ilf-inmaculada concepcin murillo 1665


VELÁZQUEZ: LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN (¿1636?)

ctv-ehd-velzquez - coronacin de la virgen museo del prado h 1645


RAFAEL SANZIO: JESÚS CORONANDO A LA VIRGEN (1504)

ctv-goq-cq5damweb12801280

ZURBARÁN: INMACULADA CONCEPCIÓN (1630)

ctv-d87-4751288d-ea66-4711-8947-930c3da0e5ec


EL GRECO: SAGRADA FAMILIA, SANTA ANA Y SAN JUANITO (1600)

ctv-bkd-la sagrada familia con santa ana y san juanito


TIZIANO: LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN (1518)



TIÉPOLO: INMACULADA CONCEPCIÓN (1769)

ctv-piq-517282 2


ISABEL GUERRA: LA INMACULADA JOVEN (2015)

ctv-ebt-cor


DALÍ: MADONNA DE PORT LLIGAT (1950)


La Madona de Portlligat | Fundació Gala - Salvador Dalí


BOTTICELLI: LA VIRGEN DEL LIBRO (1480)

Legendarte Cuadro Lienzo, Impresión Digital - Virgen del Libro Sandro  Botticelli, cm. 60x90 - Decoración Pared: Amazon.es: Hogar

SALVI DA SASSOFERRATO: LA VIRGEN REZANDO (1640-1650)

Virgen Maria rezando


G. RENI: LA VIRGEN DE LA SILLA (1624)

Pintura La Virgen de la silla, una obra de arte que representa la Virgen María


EL GRECO: LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN (1577)